Por José Renán
Trujillo García
Amigas y amigos
vallecaucanos,
Más de seis años estuvo
secuestrada en poder de las F.A.R.C Íngrid Betancourt. Tras su liberación se
radicó en París, tratando de recobrarse de tan dura experiencia agregándole a
su vida estudios de teología y regresando a su pasión por escribir; además de
una entrega a sus hijos en el ánimo de querer detener el paso del tiempo para
acumular más y más momentos de amor a su lado.
Ha regresado al país para una
visita fugaz atendiendo invitaciones a participar en foros, conferencias y
seminarios. Escenarios que con seguridad no desaprovechará para dar a conocer
sus verdades en medio de la franqueza y forma directa con que afronta la vida.
El profesor Gustavo Moncayo, Íngrid Betancourt y Clara Rojas tuvieron un emotivo encuentro en Bogotá, como una señal de reconciliación. Foto: BluRadio Colombia @BluRadioC |
Conocí a Íngrid en el Senado
de la República. Fuimos compañeros en la Comisión Primera Constitucional. No
fuimos cercanos no por el hecho de militar en orillas diversas del pensamiento
y la concepción de vida; quizá no nos ubicamos en esa orilla por el fragor de
la batalla política en que vivíamos tanto el uno como el otro.
Me dolió su secuestro, como me
han dolido todos los que han atentado contra la dignidad humana en este país.
El haberme puesto del lado de los defensores de un acuerdo humanitario, no fue
simple casualidad o coincidencias de la vida. Mi formación de profundo defensor
de los derechos humanos me ha llevado a ubicarme del lado del rechazo a todo
tipo de violencia y de la defensa de lo que conlleve a la posibilidad de
alcanzar la paz en nuestro país.
“La mejor reparación para todas las víctimas, es el
final del conflicto”. Con esa contundencia Íngrid llama a la reconciliación y
advierte que está tratando de perdonar.
¿Es la misma Íngrid que
conocí? Seguro que no. Las heridas causadas moralmente las tiene abiertas en el
alma. Con ellas aún sin cerrar, vuelve ante nosotros a expresar su opinión como
siempre volando alto; para que las balas dejen de ser el lenguaje que se siga
utilizando para dar paso al entendimiento.
Bienvenida Íngrid
al país; a su país. Siempre, estoy seguro, tendrá mucho por aportar para el
logro de la paz.
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