miércoles, 31 de agosto de 2016

"Hoy nuestro rol es mucho más activo y contundente"

Por: José Renán Trujillo
José Renán Trujillo
@CaminandoconJR


El plebiscito, desde  la Constituyente de 1991, quedo definido como “la convocatoria directa al pueblo para que de manera autónoma defina su destino”. Dicha convocatoria es realizada por el Presidente para que el pueblo apoye o rechace una decisión no plasmada en texto normativo.


Eso es exactamente, lo que esta sucediendo en nuestro país. Es el cumplimiento de un compromiso, ajustado a la normatividad constitucional y legal, adquirido por el Presidente Santos cuando le anunció al país la apertura de los diálogos para tratar de alcanzar un acuerdo de paz.

Ayer fue presentada la pregunta sobre la cual los 34 millones de colombianos, habilitados para votar, podremos ir a las urnas el próximo 2 de octubre. Ahí tendremos dos opciones: responder Sí o No.

Por eso hoy, quiero aprovechar este espacio para hacer un análisis de la pregunta: “¿Apoya usted el acuerdo final para terminar el conflicto y construir una paz estable y duradera?


Considero que la primera parte que dice: “Apoya el acuerdo final para la terminación del conflicto” en mi criterio, está  ajustada en su redacción al marco constitucional y legal establecido.


La segunda parte, la de “construir una paz estable y duradera”. No hace referencia a la aprobación de la paz como principio, lo que ajusta su redacción a lo ordenado por la Corte Constitucional en  reciente sentencia. Pero no está demás recordar la Constitución de 1991, en su artículo 22 contempla que "La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento". 


De obtenerse la mayoría por el ‘Sí’, se otorgarían  los cimientos  necesarios para que el Presidente de la República actúe en uso de sus facultades  expidiendo los decretos con fuerza de ley que se requieran para blindar de cambios permanentes  lo acordado.


Y de llegar a ganar la mayoría por el ‘No’ el país y la sociedad deben hacer un alto en el camino y empezar a revisar punto a punto el documento, hasta lograr una mediación. Eso implica volvernos a sentar, a negociar, y a dejar en pausa muchas cosas que ya tienen visos de estar definidas.


Tesis contrarias totalmente frente a lo que a expresado ante el país, el jefe del equipo negociador del gobierno Humberto de la Calle en el sentido de que no habría una nueva negociación. Recordemos que el plebiscito no es algo nuevo en nuestro país, en 1957 surgió dicha iniciativa con la diferencia de que a la ciudadanía se le reservó, un papel pasivo de votante ocasional, de factor legitimante de decisiones tomadas de forma excluyente por quienes en ese momento de la historia nacional, tenían la capacidad de imponer su decisión definiendo el destino de millones de personas.

Hoy, nuestro rol es mucho más activo y contundente. Lo fundamental en la democracia participativa no es cuánto se participa sino dónde se participa. Y este escenario que nos brinda el acuerdo con las Farc es definitivo para señalar nuestro destino. Así que no lo dudemos más: salgamos a las urnas el 2 de octubre y hagámoslo a conciencia por nuestro país.

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