Por: José Renán Trujillo
A 20 días de que los norteamericanos vayan a las urnas para escoger a su próximo mandatario; anoche se cumplió el tercer y último debate de los dos aspirantes: Donald Trump y Hillary Clinton; en donde cada uno mostró sus verdaderas cartas.
Naturalmente, quedó en evidencia de que Hillary tiene el país en la cabeza y que su trayectoria como Senadora y Secretaria de Estado pesan mucho a la hora de exponer sus argumentos y propuestas.
Mientras que Trump se notó en su discurso como un empresario que quiere manejar el país de la misma manera como lo ha hecho con su emporio económico. Por algo, su meta es hacer crecer a Estados Unidos; mientras que Hillary ha hecho su apuesta por las personas.
No me cabe duda de que en estas elecciones la balanza la inclinará el voto latino y el femenino; porque, precisamente, estos son dos grupos poblacionales sobre los cuales recaen el mayor eje de las acciones de ambos candidatos.
Con respecto al tema migratorio Trump insiste en tomar medidas coercitivas con los indocumentados; mientras que Hillary ha hecho un llamado a revisar los casos particulares porque se estima que en el país hay 11 millones de indocumentados y 4 millones de nacidos en territorio americano, hijos de padres indocumentados. Y considerar la posibilidad de hacer una deportación masiva, no cabe ni en las cuentas ni en los bolsillos de una nación.
Otro tema álgido en la discusión fue el relacionado con el aborto, un punto en donde Hillary se sostiene en la constitucionalidad y la revisión de casos particulares; mientras que Trump aboga por las sanciones.
Como vemos son dos perspectivas diferentes:
la de una candidata que sabe con conocimiento de causa en qué se está metiendo; y por otro lado, la de un novato en la política, que armado con irreverencia y con populismo quiere ganar adeptos.
Es cierto que, esta vez, Trump guardó su compostura ante provocaciones directas como las de Hillary quien sin temblarle la voz le dijo que sería el peor presidente de la historia. Y ella soportó con gallardía expresiones constantes como “Esto es un desastre”, “Ella es lo peor”, cada vez que tomaba la palabra.
El siguiente capítulo que sigue en esta pelea por la presidencia es revisar con detalle la labor minuciosa de los chequeadores de discursos para que nos muestren, cuál de los dos candidatos nos está hablando con transparencia. Y lo digo porque no tiene presentación de que Trump haya insinuado que Hillary y Obama sean los responsables de que exista Isis o que queden sin respuesta inquietudes sobre la Fundación Clinton y sus aportes con Haití.
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