Bien podría ser el título de la película que el mundo está presenciando con la campaña presidencial norteamericana que está a punto de culminar con la elección del nuevo presidente de la primera potencia mundial.
Esta campaña se ha distinguido por estar desprovista de temas centrales y cruciales para la vida de los norteamericanos. Y los candidatos se han refugiado más en descalificaciones que en argumentar y proponer. Ha sido más el tiempo invertido en agresiones verbales y rayando en el insulto, que en propuestas claras, concretas, viables y financiables que al menos permitan vislumbrar una luz de esperanza para los ciudadanos que anhelan un futuro con calidad de vida. Por algo, los diferentes medios de comunicación titularon “Faltaron propuestas y sobraron insultos”
Lo del domingo en la noche, fue deplorable. A tal punto que entre el público, el candidato republicano ubicó cuatro mujeres listas para ser presentadas ante el país; tres de ellas como víctimas de acoso sexual por el expresidente Bill Clinton y la otra, de haber sido violada por un sujeto, que según planteaba la campaña de Trump, fue defendido directamente por Hillary Clinton.
El tema de fondo para Trump, era tener armas contra el esposo de la candidata demócrata. Hubo un momento donde Trump expresó que de llegar a la Presidencia, ordenaría la creación de una oficina especial dependiente de la Fiscalía para investigar a fondo el tema que aún sigue en el ambiente, de los mensajes enviados por Clinton desde un servidor que pertenecía al gobierno norteamericano y que usó para temas personales en su ejercicio como Secretaria de Estado. Sin recato alguno, señalándola; vociferó que la metería a la cárcel sin rodeo alguno.
La campaña ha sido agresiva. Y ella va dejando a criterio del elector, escoger entre quien posee una amplia experiencia en el manejo de lo público; o dar un viraje de tal magnitud otorgándole pleno respaldo a las posturas desbordadas del candidato Donald Trump.
La sociedad norteamericana no es propiamente la más exigente en la profundización de temas de estado. Se inclina más a buscar quien le garantice su tranquilidad y bienestar. Quién sabe de temas de gobierno que se ocupe de ellos, el ciudadano que se dedique a vivir su vida; pareciera ser la inclinación.
Inmigrantes, impuestos, el Obama Care y la profundización de la reforma al sistema de salud, las relaciones con Rusia y las declaraciones misóginas, parecieran ser temas condenados al ostracismo.
Ojalá y cuando nos llegue el turno de la campaña presidencial colombiana, no tengamos que presenciar un espectáculo parecido, que, para nada, es digno de imitar.
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