Por: José Renán Trujillo
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José Renán Trujillo |
Durante esta
semana, en Cali se realiza lo que se ha denominado como Semana de la Cultura
Ciudadana, por el Medio Ambiente y la Paz.
Tristemente
esta empezó con pie izquierdo, con la destrucción del Monumento de la
Infancia, al que ahora
tendríamos que llamar Monumento de la Infamia, porque no
tiene nombre que unos vándalos destruyan una serie de
piezas, en un espacio público y por los cuales la ciudad pagó hace algunos
años; y así el lugar
esté en el completo abandono en el que lo tenía la Administración
Municipal, tampoco se
justifica el daño al bien público.
Es triste
decirlo, pero parece que la ciudad no nos duele. El Parque de
los Poetas, el Monumento de Efraín y María, Jovita, todos ellos
han sido objeto de los oprobios de los desadaptados.
Me da pena y
tristeza reconocer que a los caleños se nos olvidaron
los modales y las buenas costumbres o ¿qué
justificación hay al hecho de que hoy, ni siquiera
respetemos los semáforos o que aceleremos el
carro cuando un peatón cruza por la calle o que a los
transportadores públicos no les importe parar en cualquier lugar sin importar
que su peligrosa maniobra genere un accidente a su alrededor?
Necesitamos
que los caleños recuperemos la esencia de lo que somos: no es sensato
ir por nuestra ciudad como si nada nos importara, basta ver cómo
en los retenes de la Secretaría de Tránsito cada día más
es el número de motos y vehículos inmovilizados, todo porque
sus dueños andan por nuestras calles sin documentos, con licencias
y/o certificados vencidos; o con acumulación de multas.
El jalón de
orejas también va para los transeúntes porque también
hay que reconocer, con mucho dolor, que hasta las
estaciones del MíO hoy están hechas un desastre.
Denotan
descuido extremo, falta de atención y ojalá, un
día, no tengamos que lamentar una situación trágica porque un
pasajero cayó de una de las plataformas al corredor, solo porque
las puertas de la estación no cierran por falta de mantenimiento o
por previsión de seguridad. Y sobre los
articulados ni qué decir: los que no están sucios o descuidados han sido presa
de los grafittis y declaraciones de sus usuarios.
Como tampoco
es sensato y no tiene presentación que en una
ciudad que apoyó los acuerdos de paz y que ha
experimentado la violencia de diversas formas, se lancen
amenazas a una deportista solo por el
hecho de querer ejercer en un equipo opuesto al de
sus afectos.
Cali nos duele
y bien profundo.
Los llamados
Gestores de Cultura Ciudadana tienen un reto grandísimo. No es fácil
reeducar a la ciudad pero tampoco es una misión imposible. Se requiere
constancia y la escuela debe ser aliada en esa gestión.
Señor
Alcalde:
De nada nos
sirve querer tener una Cali Soñada si la realidad
es tan agobiante, devastadora y poco esperanzadora al punto de
ser una pesadilla.
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