Por: José Renán Trujillo
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José Renán Trujillo |
Como era de esperarse; la presentación del proyecto de reforma tributaria estructural, ha generado todo tipo de consejas.
Recordemos que, una cosa es el texto de un proyecto de ley que ingresa a estudio del Congreso; y otro muy diferente, el que finalmente sale aprobado después de pasar por el filtro de las comisiones constitucionales permanentes que se ocupan de los temas económicos. Y otro texto muy diferente es el que sale del estudio de las plenarias. Y si no se pone el cuidado suficiente; otro es el texto que finalmente sale aprobado, al surtirse el proceso de conciliación entre una cámara y otra.
Además, los partidos políticos enfilan sus baterías. El partido liberal interesado, como está, en la elección de uno de sus militantes como Procurador General de la Nación; Desde hace un buen tiempo ha notificado al gobierno sobre su intención de no aprobar esta reforma por considerarla inconveniente e inoportuna especialmente por traer, según Horacio Serpa, puntos que podrían lesionar los intereses de los sectores más pobres y de la clase media colombiana.
Uno de los temas que por ejemplo fomenta el liberalismo; es el de los impuestos sobre los dividendos que según anunció el vocero de la comisión de expertos, ha quedado prácticamente diluido.
Entre tanto, voces del Partido de la U, del Polo Democrático, del Centro Democrático y del Conservatismo, se han escuchado sentando posiciones de gustos y de disgustos.
Al escuchar al Ministro de Hacienda decir que esta reforma tiene el propósito claro de promover el empleo y la inversión, pareciera más una convocatoria a los partidos para que promuevan un carácter social de empuje al país, que la convicción real del no atropello a los sectores menos favorecidos y al favorecimiento de las grandes empresas nacionales e internacionales.
Mucha agua falta por correr debajo del puente. Ojalá que los intereses personales se depongan; y brillen los liderazgos que impidan el pupitrazo para defender los intereses del país y de los humildes de la patria.
Para finalizar, hoy tengo mi Post Data al oído de las autoridades competentes de la ciudad: ¿Qué pasa con nuestros monumentos? No hay derecho que un grupo de indigentes nos hayan destrozado el Monumento a la Infancia
y que hoy, nadie se haya pronunciado.¿Será esta la cultura ciudadana de Armitage?
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