Por: José Renán Trujillo
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José Renán Trujillo |
En medio del estudio pormenorizado del acuerdo final con las Farc; viene al recuerdo una de las épocas más dolorosas en la vida del país. ‘Los acuerdos de La Uribe’ fue el nombre que se le dio a los diálogos para el logro de acuerdos entre las Farc y el gobierno del presidente Belisario Betancur en 1980.
Una de las bases fundamentales del pacto, fue el nacimiento de un movimiento de oposición como salida a la incorporación paulatina de la guerrilla a la vida política del país. A partir de ese principio, se daría lugar a alianzas con otros protagonistas de la vida democrática con pensamiento de izquierda. Y fueron tomando aire las coaliciones para enfrentar los retos de esa nueva vida.
Puede decirse con toda claridad, que la Unión Patriótica dio a luz, una convergencia de fuerzas políticas como producto de esa negociación pactada hacia 1984. No es nuevo para el país, encontrarse, como hoy lo hace, con propuestas emanadas de las fuerzas guerrilleras sobre reformas políticas, democráticas, sociales y económicas; como por ejemplo una reforma agraria, la nacionalización de los recursos naturales, y un modelo económico nacional separado del capitalismo global. En aquel momento hacían parte de las exigencias de los líderes de la Unión Patriótica como esbozo de la presencia en el escenario nacional de un nuevo partido político.
Exigían si, además, que para dar el paso en ese tránsito hacia la legalidad, existiera un compromiso del gobierno para garantizarles plenamente los derechos políticos a los integrantes del nuevo partido, afianzando de manera simultánea, la realización de una serie de reformas democráticas para el pleno ejercicio de las libertades civiles.
¿Les suena a algo conocido o recientemente escuchado a raíz de los diálogos de La Habana?
Pues bien; logrado el acuerdo se hicieron presentes en el escenario de la democracia, enfrentando el reto de acudir a las urnas para la decisión del pueblo. Jaime Pardo Leal, su candidato presidencial, obtuvo el 4.6% de la votación alcanzando el tercer lugar en esa justa electoral. Pero además, durante las elecciones de 1986 obtuvieron la representación de cinco senadores, nueve representantes a la cámara, catorce diputados, 351 concejales y 23 alcaldes.
Un triunfo sin duda alguna del entendimiento, la reconciliación y la tolerancia; que generó desde el inicio mismo de su presencia política, un hostigamiento permanente de los paramilitares en su contra. Esa constante violación a los pactos firmados, llevó al rompimiento de las negociaciones del gobierno y la guerrilla. Con la escalada de violencia contra los militantes de la UP, las Farc retiraron sus voceros de la mesa de negociación, regresando a la lucha armada.
Quiero, como todos, el acuerdo de paz con las Farc refrendado e implementado. Eso sí, con las garantías absolutas de respeto a los derechos humanos, políticos y civiles de quienes opten por el camino de la dejación de armas y la reincorporación a la legalidad.
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