miércoles, 23 de noviembre de 2016

No podemos pasar a un demócraterismo inaceptable.

Por: José Renán Trujillo

José Renán Trujillo

El próximo año empezará el duro ajetreo de la campana electoral, con miras a la elección de nuevo Congreso, Presidente y Vicepresidente de la República. 

¿Será un argumento suficiente y valedero, para quienes desean montarse en el caballito de batalla, señalar como antipatriótico el acuerdo logrado con las Farc? Seguramente sus cálculos electorales les dicta que esa será una buena bandera para el logro de dividendos favorables para sus intereses políticos.

Pero, ¿todo a costa del cese definitivo al fuego? 
¿De la  reincorporación de miembros activos de la guerrilla a la vida institucional? ¿De la  entrega de las armas que han causado violencia anegando de sangre de colombianos el territorio nacional? ¿De la  posibilidad de dejar de matar más colombianos para pasar a tráves del ejercicio de la política a ser un nuevo actor en el escenario? ¿Del  cambio de balas por votos? ¿De la tranquilidad que generará ese acuerdo para vivir y trabajar tranquilos quienes hoy pertenecen a las nuevas generaciones? ¿De la posibilidad de  entregar a las futuras un país en paz?

¿Será acaso que la obsesión por el ejercicio del poder lleva a su búsqueda desenfrenada a costa de lo que sea? ¿Aún a costa de torpedear ese proceso y ese acuerdo que hace vislumbrar el logro de la paz?

Soy del criterio que para nadie fue una sorpresa que se llegara a la no aceptación de imposiciones planteadas por algunos de los voceros del no. El país, angustiado anhela avanzar sin retroceder.

Como bien lo dijo el presidente Santos, "el pueblo habló el dos de octubre y el gobierno escuchó". Sí, son 51 días de permanentes reuniones con comunidades religiosas, partidos políticos, víctimas, 500 propuestas para mejorar el acuerdo inicial y como si fuera poco, extensas reuniones con algunos de los principales voceros del no.

Como decimos en el Valle del Cauca: el que quiera más, que le piquen caña.

Llegó la hora de rodear el acuerdo que se firme finalmente con las Farc mañana jueves, en el Teatro Colón, en Bogotá. No más dilaciones. En una democracia; cada ciudadano, agrupación  cívica o social, o movimiento político puede asumir la posición que considere más conveniente.

Pero en aras de esa democracia; lo que no se puede ser es permisivo con actitudes obstaculizadoras que sirvan  para ganar tiempo y réditos  electorales a futuro; porque de permitirse estaríamos pasando a un democraterismo inaceptable.

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