jueves, 27 de septiembre de 2018

Reforma política



Ires y venires al interior del Congreso de la República en un tema que no ha sido fácil en legislaturas anteriores y que tampoco lo será en la presente, una reforma política. Nada fácil por los intereses ocultos que mueve un tema de esa magnitud más en las cercanías de un nuevo proceso electoral de carácter regional.

Si existiera seriamente un profundo interés de entregarle al país una reforma a fondo del sistema político que hoy rige, tres temas fundamentales debieran ser objeto de estudio y cambio sustancial: la relación del poder ejecutivo con el legislativo, la circunscripción nacional y la elección por voto preferente en lista abierta.

Lo primero de seguir implementándose, como hasta el momento lo ha venido haciendo el presidente Duque, otorgará un cambio sustancial al ejercicio real de la política alejada de la clientela puestera y de contratación. Un gobierno que se ha ido estructurando sin acuerdos políticos en cumplimiento de pactos anteriores al proceso electoral, significa un inmenso avance en la depuración de nuestras costumbres.

La bondad con que fue redactado el principio constitucional de la circunscripción nacional para la elección de senadores en 1991 como producto de la deliberación de la Asamblea Nacional  Constituyente, se ha ido distorsionando con el paso del tiempo para llegar a convertirse en una desaforada carrera de  candidatos a conseguir votos en toda la geografía patria a como dé lugar, sin preocuparse de ningún asomo de escrúpulo en la utilización de cualquier mecanismo que conduzca a su consecución.

Y el mecanismo de la lista abierta para la elección de candidatos a corporaciones públicas por el sistema del voto preferente, no ha contribuido a nada diferente que al mal uso de componendas y acuerdos económicos para lograr apoyo de líderes que direccionen un numero de posibles electores al respectivo candidato, generando un mercadeo de votos antes que movilización del electorado motivado por doctrina o ideología política.

Ojalá en esta oportunidad si se avance hacia una verdadera y profunda reforma política. El país no solo la reclama sino que la necesita con urgencia en defensa de una sana democracia.

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