La evolución democrática de las instituciones en el mundo contemporáneo tiene cada vez más en cuenta la participación ciudadana, la gremial y de las fuerzas sociales y económicas de los distintos sectores.
Una oportunidad muy propicia para recoger la opinión ciudadana, es decir, su participación, es la planeación del desarrollo económico y social. A pesar de existir las consultas populares hay que hacer uso de otras herramientas más eficaces y permanentes de participación, como lo sería una institución de planeación a nivel nacional, departamental y municipal que sirva de puente de la opinión municipal hacia el departamento y de este a la nación.
Una opción sería tener consejos de planeación nacional y de las entidades territoriales. Sus bases participativas exigirían que pudiesen actuar con total independencia de las otras ramas del poder público de tal manera que garantizara la adecuada expresión de las verdaderas expectativas de la comunidad en sus diversos estamentos. Se trataría de un poder diferente al de los regímenes autoritarios, capitalistas o socialistas, en donde la planeación es un proceso descendente del alto gobierno hacia el pueblo, mientras que en la democracia participativa la planeación es un proceso ascendente que nace en la base de la sociedad.
Diferentes instancias se aplican hoy para la elaboración de los planes de desarrollo en el orden nacional y territorial, de la misma manera como se elaboran los proyectos de acuerdo, ordenanza o ley para los presupuestos que se ponen en funcionamiento cada año. La pregunta es, ¿se consulta de manera directa la opinión ciudadana para su elaboración? o en más detalle valdría la pregunta: ¿si al ser consultada, responde adecuadamente participando con aplicación y disciplina? La experiencia pareciera indicar que no se le coloca la debida atención en espera pasiva de los resultados que arrojen los textos definitivos aprobados por los Concejos, las Asambleas y el Congreso de la República.
Los planes de desarrollo deben ser permanentes pero con la suficiente flexibilidad que permita introducir los cambios que se hagan necesarios en virtud de las circunstancias. El Consejo de Planeación debería ser el responsable de la elaboración del plan y servir de escenario para la discusión de las diferentes propuestas recibidas de los gobiernos municipal, departamental y nacional y de los diferentes sectores de la comunidad.
Hoy existe un marcado interés en la propuesta de reforma tributaria. Álgidos debates han empezado, y continuarán, sobre la conveniencia de su aprobación. Mientras tanto corrió en el Congreso la aprobación del presupuesto nacional para 2019. Y corren actualmente los debates en los Concejos y las Asambleas de todo el país para surtir la aprobación de los presupuestos de los municipios y Departamentos para el mismo periodo.
¿Estamos enterados a cabalidad de sus partidas y hacia qué sectores están dirigidos?
¿Conocemos hacia dónde se dirigirán y cómo se invertirán los recursos de cada gobierno, es decir, el dinero que hemos pagado por diferentes modalidades de impuestos?
¿No será acaso que llegó la hora de la necesaria urgente implementación de una planeación participativa?
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