Por: José Renán Trujillo
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José Renán Trujillo |
Soy del criterio de que a partir del lunes debe abrirse un debate de carácter nacional. Y para quienes hoy ostentan las jerarquías de los partidos existentes en el país, se viene una inmensa responsabilidad.
Esas jerarquías, en mi sentir, deben adelantar un debate conjunto de la mayor altura; porque las tesis que se sustenten y las consecuencias que eventualmente resulten van a ser de tanta importancia y magnitud en la vida de la república, que sería muy equivocado pensar que solo pueden interesarse en ella algunas colectividades políticas prescindiendo de las otras.
Sobre el Congreso de la República recaerá una de las mayores responsabilidades: qué va a ocurrir sobre el desarrollo del proceso electoral futuro. Si va a haber y cuáles garantías para unos y para otros y si vamos a tener las posibilidades no solo jurídicas sino físicas y materiales de hacer un pronunciamiento favorable o adverso, a las cosas que están ocurriendo en el país, sin peligro para nuestra propia felicidad.
Independientemente de lo que hasta ahora se ha dicho; se esté o no de acuerdo con ello, en el congreso todos están con algún grado de inseguridad más que de temor: los de la U, los Conservadores, los del Partido Liberal, los de cambio radical, del Centro Democrático, del Polo, los Verdes y los independientes; en general todos respetan la existencia de los partidos políticos, y los consideran útiles para el debate democrático; respecto de la posibilidad que seguramente se abrirá con el respaldo mayoritario al Sí en las urnas, de que se realice un proceso electoral pacífico en el que se respeten los derechos de todos los ciudadanos a exponer con libertad su pensamiento a través del sagrado mecanismo del voto universal directo y secreto.
Muchos minimizan este tema y no le otorgan la importancia debida. Pero esa es una clara demostración de los peores síntomas de la decadencia de la democracia colombiana y la pérdida de fe de los colombianos en la importancia de la función electoral sin la cual, no sé de qué manera, podríamos garantizar el sistema de funcionamiento republicano y el mantenimiento del régimen constitucional.
Ojalá se diera ese debate, sin confrontaciones o retórica inútil. Con la sensatez de argumentación que exige el momento al aproximarse la presencia en la vida nacional de un nuevo actor de la política; a los que sin duda hay que decirles, parodiando al Presidente Santos: “Bienvenidos a la democracia” pero con todas las garantías.
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