Por: José Renán Trujillo
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José Renán Trujillo |
De La Habana llegan alentadoras noticias que nos dan aliento luego de estar sumidos, durante 40 días, en la incertidumbre que produjo el pronunciamiento en las urnas.
Ya había hecho mención del espíritu de demócrata integral del Presidente Santos cuando reconoció la mayoría que respaldó el NO, sin el más mínimo esguince o la utilización de cualquier argumento en contra de la voluntad popular. Sin miramiento alguno, acató sin demora ese pronunciamiento.
Y la cadena de eventos, decisiones y pronunciamientos a partir de ese momento; han sido permanentes en un nuevo estilo de comunicación con el pueblo, a través de los canales de televisión, en cortas intervenciones plenas de información sobre el discurrir de los diálogos reactivados para estudiar las propuestas de los voceros del NO; en cónclaves permanentes realizados entre las partes en La Habana.
Curiosamente, más pronto que tarde y cuando menos se esperaba, el sábado llegó la esperada noticia: de 57 puntos, 56 habían sido acordados entre Gobierno y FARC, procediendo a suscribir un nuevo acuerdo teniendo en cuenta lo pactado y firmado en Cartagena, adicionado con ajustes realistas.
¿Qué conclusión inicial emana de lo anterior?
Primero: un Presidente cuyo compromiso por el logro de La Paz es indeclinable.
Segundo: Un grupo guerrillero ratificando al máximo su compromiso para impedir una nueva frustración y aceptando cumplir a cabalidad su palabra empeñada.
Tercero: La voluntad de los más representativos protagonistas del NO; pastores de la mayoría de iglesias existentes, grupos defensores de la política de género, sectores LGTBI, Iglesia, juventudes y los sectores políticos que han acompañado las posturas de Andrés Pastrana, Martha Lucía Ramírez, Álvaro Uribe y otras expresiones de la academia.
La realidad, es que la mitad del país representada en el Gobierno, en acatamiento a la democracia, diseñó los más amplios escenarios para escuchar mediante análisis detallado, a la otra mitad que consideró debía buscarse un adecuado ajuste al primer acuerdo alcanzado.
Y a fe que se ha logrado. Ahora aspiramos que los intereses de la patria primen y que el acuerdo sea aceptado por consenso para pasar a la etapa de implementación. El país no resiste un nuevo limbo; por el contrario exige continuar avanzando.
La gran demostración de esa necesidad de avance se evidenció este fin de semana cuando el senador Uribe ripostó el nuevo acuerdo y rápidamente en redes sociales los usuarios le solicitaron, en tono poco cordial, que permitiera que el proceso siga su curso y que dejara al país en paz.
Pero creo que la vía del Congreso puede ser el camino más viable para que el proceso continúe. En el Capitolio están representadas las fuerzas políticas con arraigo popular. Necesitamos que los debates se den al interior de ese recinto de la democracia, sin más dilaciones porque de ellas empezar a darse, debe el Presidente en nombre de quienes le otorgamos ese mandato en las urnas, proceder a hacer uso de las facultades que posee para hacerlo.
Confiemos en que los caminos no se tuerzan y que no haya más palos en la rueda de la paz.
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